Isabel Miguel está con Nando López. 29/8/2018
Ante el suicidio (asesinato social) de Jamel, el profesor y escritor Nando López ha escrito este texto que copio íntegro y que nos hace ver la necesidad de empatía, educación, respeto, aceptación y afecto en esta sociedad.
"La primera vez que te lo dicen ni siquiera sabes qué significa.
Tienes 5, 6, 7 años y lo único que entiendes de esas letras es que son algo malo, porque solo te las llaman a ti.
No es más que una palabra.
Apenas tres sílabas.
Pero duele y se repite tanto que te preguntas cómo librarte de ella.
De la risa que suele acompañarla.
De los gestos con que te imitan.
A lo mejor es que mueves demasiado las manos, así que te esfuerzas por mantenerlas quietas. Cerca de los bolsillos. Y años después, en una reunión de trabajo cualquiera, te sorprenderás repitiendo ese gesto, sujetando tus manos con fuerza debajo de la mesa.
O quizá el problema es esa manera de caminar. O tu forma de hablar, que, a los que te llaman así en clase, parece que les hace mucha gracia. Quizá ensayes tonos más graves. Distintos. Y comienzas a odiar tu voz. Tu forma de decir. Esa música extraña que oyes en ti y que, cuando ellos se burlan, te hace sentir ridículo.
O puede que no sea nada de eso. ¿Y si lo que pasa es que tienes que intentar jugar más al fútbol? O, a lo mejor, es que, cuando suene el timbre y bajes al patio, deberías juntarte menos con las niñas. O dejar para siempre en casa esa mochila, ese cuaderno, ese juguete que ya te advirtieron que "no era de niños" y que, cuando nadie miraba, te han quitado en el recreo para reírse de ti.
No lo sabes. Lo único que sientes cada vez que te insultan es que debe haber algo que marcha mal en tu interior. Hay algo equivocado dentro de ti. Algo que, día tras día, hace que ir al colegio se vuelva cada vez más oscuro. Y más solitario.
La primera vez que te llaman “marica” es probable que solo tengas 5, 6, 7 años y que no tengas ni idea de qué significa. Por eso duele más. Porque solo cuando lo sepas podrás responderles, darle la vuelta, o hasta apoderarte de ella y gritar con orgullo tu identidad. Hasta entonces, no te sirve de mucho que te hablen del futuro. Que te digan que ya pasará. Porque si alguien no te tiende su mano en ese mismo instante puede que no llegues a atravesar esos años. Que te hundan antes. Que te rompan.
A quienes ya hemos hecho ese camino nos toca estar pendientes de esos niños. Ayudar. Dar la cara. Ser visibles. Educar. Para que las palabras no hieran. Para que buscarse sea posible. Y para que ese crío que, avergonzado, sujeta con fuerza sus manos, las suelte de una vez.
Ojalá ese niño, feliz y sin miedo, hoy fueras tú, Jamel.
Ojalá.
Descansa en paz, pequeño."
Más Info en https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180828/nino-de-9-anos-jamel-suicida-acoso-por-declararse-gay-7006432
Apenas tres sílabas.
Pero duele y se repite tanto que te preguntas cómo librarte de ella.
De la risa que suele acompañarla.
De los gestos con que te imitan.
A lo mejor es que mueves demasiado las manos, así que te esfuerzas por mantenerlas quietas. Cerca de los bolsillos. Y años después, en una reunión de trabajo cualquiera, te sorprenderás repitiendo ese gesto, sujetando tus manos con fuerza debajo de la mesa.
O quizá el problema es esa manera de caminar. O tu forma de hablar, que, a los que te llaman así en clase, parece que les hace mucha gracia. Quizá ensayes tonos más graves. Distintos. Y comienzas a odiar tu voz. Tu forma de decir. Esa música extraña que oyes en ti y que, cuando ellos se burlan, te hace sentir ridículo.
O puede que no sea nada de eso. ¿Y si lo que pasa es que tienes que intentar jugar más al fútbol? O, a lo mejor, es que, cuando suene el timbre y bajes al patio, deberías juntarte menos con las niñas. O dejar para siempre en casa esa mochila, ese cuaderno, ese juguete que ya te advirtieron que "no era de niños" y que, cuando nadie miraba, te han quitado en el recreo para reírse de ti.
No lo sabes. Lo único que sientes cada vez que te insultan es que debe haber algo que marcha mal en tu interior. Hay algo equivocado dentro de ti. Algo que, día tras día, hace que ir al colegio se vuelva cada vez más oscuro. Y más solitario.
La primera vez que te llaman “marica” es probable que solo tengas 5, 6, 7 años y que no tengas ni idea de qué significa. Por eso duele más. Porque solo cuando lo sepas podrás responderles, darle la vuelta, o hasta apoderarte de ella y gritar con orgullo tu identidad. Hasta entonces, no te sirve de mucho que te hablen del futuro. Que te digan que ya pasará. Porque si alguien no te tiende su mano en ese mismo instante puede que no llegues a atravesar esos años. Que te hundan antes. Que te rompan.
A quienes ya hemos hecho ese camino nos toca estar pendientes de esos niños. Ayudar. Dar la cara. Ser visibles. Educar. Para que las palabras no hieran. Para que buscarse sea posible. Y para que ese crío que, avergonzado, sujeta con fuerza sus manos, las suelte de una vez.
Ojalá ese niño, feliz y sin miedo, hoy fueras tú, Jamel.
Ojalá.
Descansa en paz, pequeño."
Más Info en https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180828/nino-de-9-anos-jamel-suicida-acoso-por-declararse-gay-7006432
No hay comentarios:
Publicar un comentario