Sat Sanlucar · dueloliterae.blogspot.com 17/4/2019 Quique Ibáñez Cepeda
"...
sí es un hecho objetivo que las reacciones ante esta noticia
constituyen una medida infinitesimal comparadas con las del incendio en
Notre-Dame. Y eso escandaliza... Si
tantos de nosotros empezamos a utilizar, para lo ocurrido con
Notre-Dame, expresiones del tipo "imposible de asimilar", "tristeza
infinita", "dolor insoportable"... y otras así, me pregunto qué palabras
nos quedarán cuando tengamos que comunicar nuestros sentimientos ante
las verdaderas tragedias, "las bárbaras, terribles, amorosas crueldades"
1.
La noticia del incendio en la catedral de Notre-Dame nos ha estremecido
a todos, es cierto. Ese edificio, esa catedral incrustada en el corazón
de Europa desde hace más de ocho siglos, constituía el espejo de tantos
imaginarios que todos, de alguna manera, portábamos en nuestro
inconsciente colectivo. Imaginarios, sueños, recuerdos que formaban
parte de todos nosotros, de índole cultural, histórica, artística y,
sobre todo, afectiva. El sentimiento hacia ese edificio había traspasado
la frontera francesa y se había convertido en una seña de identidad de
tanta gente. He visitado París tres veces y la parada en ese mágico
lugar, se convertía siempre en un tiempo indeterminado, como si la
propia Historia se sentase a tu lado para contarte sus cosas. Podría
quedar mucho que ver aún en esa ciudad, París no se acaba nunca, pero allí uno se queda más tiempo del que había calculado, hablando con todos esos recuerdos que a todos nos unen.
Sí, el incendio de Notre-Dame nos ha tocado, y mucho.
2.
Hace unos días conocimos, todos, la noticia de ese chaval de Mali de 14
años que murió ahogado en el Mediterráneo, con las notas del cole
cosidas a su ropa, "Aquel
día todos nos quedamos impresionados por un cadáver en particular. Se
notaba que pesaba menos que el resto. Cuando abrimos el saco mortuorio
vimos que se trataba de un cuerpo cuyas articulaciones casi se habían
convertido ya en un esqueleto. Estaba vestido con chaqueta, chaleco,
camisa y pantalones vaqueros... Empezamos
a desvestirlo. Mientras palpaba la chaqueta, sentí algo duro y
cuadrado. Lo cortamos desde dentro para recuperarlo sin dañarlo. Me
encontré entre las manos con un pequeño haz de papeles con varios
estratos. Traté de separarlos sin que se rompieran y luego leí: 'Boletín
escolar'... ¿qué
expectativas tenía este joven adolescente de Malí para esconder con
tanto cuidado un documento precioso para su futuro, que mostraba sus
esfuerzos, su capacidad de estudio? ¿Pensaba que le habría abierto quién
sabe qué puerta de una escuela italiana o europea?", cuenta la forense y antropóloga italiana Cristina Cattaneo.
No vi tanto revuelo en las redes ante esta noticia. Algunos pensarán que una cosa no quita la otra, podría ser, no sé.
Sin
embargo, sí es un hecho objetivo que las reacciones ante esta noticia
constituyen una medida infinitesimal comparadas con las del incendio en
Notre-Dame. Y eso escandaliza. Pareciera como si se hubiera abierto un
concurso en las redes para ver quién muestra con mayor intensidad su
tristeza ante lo ocurrido en París. Además, todo ello desprende un
tufillo pseudointelectual que casi quiere hacer ver a los demás lo
cultos que somos. Supongo que el premio de ese concurso consiste en esa
sonrisa pánfila que a todos se nos queda cuando comprobamos el número de
"me gusta" que nos han regalado, por no hablar de esos emoticones que sustituyen con gracia infinita nuestras lágrimas extraviadas.
Lástima que sean los medios lo que nos indiquen sobre qué tenemos que sentir, sobre qué debemos parlotear.
Yo también creo que el incendio de Notre-Dame posa en la mirada un dejo apocalíptico.
Sin embargo, el verdadero apocalipsis, la tragedia de siempre, está en otro lado.
Yemén, Gaza... para que seguir, son tantos lugares que viven dentro del incendio, y que ya llevan tanto tiempo haciéndolo, que ya, ya no son noticia
Sí, dicen que una cosa no quita la otra. Es mentira. El tiempo y los lamentos ocupan un espacio limitado. Y si ese espacio está obscenamente habitado por algunos asuntos, no puede ser ocupado por otros. De eso se trata, ¿no?
Si tantos de nosotros empezamos a utilizar, para lo ocurrido con Notre-Dame, expresiones del tipo "imposible de asimilar", "tristeza infinita", "dolor insoportable"... y otras así, me pregunto qué palabras nos quedarán cuando tengamos que comunicar nuestros sentimientos ante las verdaderas tragedias, las bárbaras, terribles, amorosas crueldades, como por ejemplo, los muertos ahogados todos los días, en la fosa común del Mediterráneo, los niños no refugiados que vagan perdidos por esta malvada Europa, la que llora a Notre-Dame, los seres humanos condenados, congelados, en campos de concentración para no refugiados en países a los que hemos pagado para que oculten el crimen, los niños muertos, un día sí y otro también, en Gaza, en Yemen...
Nos hemos vuelto demasiado hipócritas, olvidadizos, demasiado obsesionados por exhibir en la puñetera red nuestra culta e inalcanzable sensibilidad.
Menos mal que el africanito ahogado con sus notas cosidas no puede oír nuestros lamentos por Notre-Dame.
Notre-Dame duele, mucho. Pero si no conseguimos asentar un distanciamiento ético, establecer un criterio de medida ante el dolor que distintos hechos nos pueden provocar, entonces... entonces nos volvemos imbéciles.
...
Rafa León Me
entristece el artículo; la cruda realidad expresada sin tapujos ni
cauciones entristece en este mundo de cartón piedra instalado en la
entrada a las cloacas. Pero me encanta que todavía quede gente con el
valor de publicar estas verdades como puños a las que hacemos oídos
sordos por comodidad, hipocresía y costumbre. Porque al autor, como
mínimo, ya lo habràn tachado de demagogo, que eso es muy socorrido
cuando ya no nos queda otra prenda con la que taparnos las vergüenzas.
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