Marisa Peña · 15/11/2019
Y ahora que caminamos por terreno hostil,que los vientos parecen ser propicios únicamente y nada más que para el odio,
ahora que nos acecha la vieja barbarie
con sus viejas consignas y sus viejos rencores,
ahora, fareros del mundo,
yo os invoco.
Os invoco y os convoco.
Nos necesitamos para parar las tormentas,
necesitamos cada mano
dispuesta a agarrar otra mano que tiembla,
cada cuerpo
dispuesto a sostener otro cuerpo que vacila.
Necesitamos cada latido,
cada respiración, cada sonrisa.
Necesitamos la luz, la belleza, la alegría.
Necesitamos saber que no estamos solos.
Necesitamos reconocernos en la adversidad y en la intemperie.
Necesitamos ser un faro para los que se pierden.
Necesitamos recordar quién nos legó la antorcha
y quién la mantuvo encendida en los tiempos oscuros.
Necesitamos no desesperar.
Necesitamos no claudicar.
Sencillamente, nos necesitamos.
© Marisa Peña, La tristeza de los fareros.
Ando construyendo un nuevo poemario. Tiene faros, fareros, esperanzas y miedos. Quiere ser palabra que teja, que cure, que una y que convoque. No sé si llegará a ser, pero está caminando entre mi corazón y mi conciencia.
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