Os
veo echar espumarajos por la boca con el futurible gobierno de
coalición. Os leo en Facebook, en Twitter, en el ABC, en La Razón. Os
inunda la bilis. Me da vergüenza ajena repetir los epítetos que os leo
dedicar al PSOE y a Podemos: comunistas bolivarianos, amigos de los
terroristas, aliados de los separatistas y los “castañas” vascongados
del PNV. ¿Qué os pasa? Tenéis el legítimo derecho a disentir, desde
luego, la democracia va de eso. Pero, de verdad, ¿es necesaria tant
a
bilis? ¿Es necesaria tanta rabia, tanto asco, tanto odio? ¿Vosotros
decís defender la democracia y el Estado de Derecho? ¿Qué os pasa con
España? ¿Acaso es España vuestra, es vuestro cortijo? Tratáis a España
como a una puta, sí, como a una puta de vuestra propiedad, que solo
puede escucharos a vosotros. Con ese lenguaje tabernario, reaccionario,
que hiede a orujo del malo y a bronca alcohólica de madrugada. Hacéoslo
mirar. Jamás iré a nadie a afearle su lenguaje directamente, nunca, en
mi vida, porque respeto el derecho de cada uno a expresarse como desee
sin menoscabar el honor de otros, pero todo tiene un límite. Estáis
aceptando los códigos lingüísticos del odio y esparcís su semilla sin
miedo y sin vergüenza por todos lados. ¿No estáis de acuerdo con el
gobierno? ¿Creéis que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias son la
reencarnación de Lenin y Stalin? Vale, muy bien. Pero, en serio, dejad
de hacer el puto ridículo y abrid un poquito los ojos. Bochornoso
espectáculo hispánico, de nuevo. La trágica mojiganga valleinclanesca
del sectarismo español vuelve a aparecer en escena. La España triste, la
patética, otra vez ante los focos. Mejor así, no os escondáis. Que se
vea vuestra democracia bien, que la veamos todos.
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