mayo 18, 2020

"Billy el niño". Torturador pensionado y condecorado ha muerto en su cama

Este que escribe lee que un torturador pensionado y condecorado ha muerto en su cama, rodeado y cuidado por el modelo de esa España que siempre combatió. Este que escribe siente ese sabor a sangre en la boca al saber que un torturador como "Billy el niño" se ha ido sin pagar, pero disfrutando de no pocos homenajes hacia su persona. Su compañero "El muñecas" se queda con nosotros, de momento, y con la misma pinta de no ser jamás juzgado. Emilio Hellín Moro (el asesino de Yolanda González) continúa con su plácida vida sin que nadie lo impida... y este que escribe, al imaginarlos coincidiendo en la cola de la panadería con cualquier otro monstruo parecido siente asco y vergüenza... y ese sabor a sangre en la boca, ese que llega tras el primer puñetazo.
Algo hemos debido de hacer para que los monstruos caminen hasta su muerte entre nosotros... tal vez consentimos demasiadas veces que los intereses partidistas se antepusieran a la construcción de una ley más justa que nos protegiera del horror, tal vez aplaudimos demasiadas veces cuando se negociaba sobre lo innegociable, tal vez no nos importó que nuestros legisladores estuvieran más ocupados en llenarse los bolsillos y perpetuarse que en construir un sistema legal que evite lo que hoy ya es inevitable, que las bestias campen a sus anchas.
Porque monstruos son todos los asesinos, aquellos que hace setenta años enterraron a sus víctimas en una cuneta o en un descampado y hoy se niegan a levantar la tierra, aquellos que durante las cuatro últimas décadas no dudaron en ejecutar masacre tras masacre con el fervor de un patriótico enajenado mental, aquellos que hoy cierran un ambulatorio o un quirófano, aquellos que destrozan la Ley de Dependencia, o simplemente venden a precio de saldo un sistema sanitario público a sabiendas de que eso se traduce en muertes... todos monstruos, todos asesinos, y todos como siempre, caminando entre nosotros.
Ya veo que por fin la mayor parte de los medios admiten y son unánimes en algo que hasta ahora levantaba llagas... llaman expolicía a un psicópata torturador como si ambas cosas fueran una sola... como si llamaran Paco a Francisco, Pepe a José... como si tuvieran un poco de miedo a que esa bestia tenga amigos que puedan molestarse por llamar al muerto por su verdadero nombre, por su verdadero trabajo... por su verdadera pasión.
Hoy es un gran día (otro) para sentir vergüenza por ser español.

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