"Después de leer el libro de
Clara Valverde,
Desenterrar las palabras, he comprendido tantas cosas que me siento en
una especie de borrachera. De pronto muchas de mis fobias, de mis
terrores, de mis angustias y mis melancolías cobran sentido. Fechas
señaladas, lágrimas de mis familiares, rabia contenida. La tristeza de
marzo, la angustia de julio, la rabia de agosto, el miedo a separarme de
mi familia, la aversión a los ruidos fuertes, mis sobresaltos cada vez
que suenan el t
imbre o el teléfono. El
inconsciente, tan consciente de la historia familiar, tan insistente en
retraumatizar las vivencias heredadas. Los nietos y nietas también somos
víctimas, y supervivientes. Yo sané muchas heridas escribiendo El hilo
de la memoria y haciéndolo visible en tantas y tan hermosas
presentaciones. Ahora sigo comprendiendo cicatrices y restañando lss
heridas que aún supuran escribiendo Mi bella miliciana. Mi abuela me
contó muchas cosas, en casa había conciencia política y yo siempre
supe...pero con eso no basta. Ahora he comprendido que necesitábamos un
duelo, una verbalización más completa, que ser víctima de la violencia
política no se pasa como un resfriado, necesita un proceso y forma parte
de algo más grande. Las familias devastadas por la dictadura franquista
y cuatro décadas de represión necesitamos empatía, reconocimiento
estatal e histórico, no privado, de nuestro dolor, necesitamos que cese
la impunidad de los verdugos y ayuda para honrar sin miedo a nuestros
muertos. Porque el tiempo no lo cura todo. Lo que cura es la verdad, la
justicia y la reparación."
©Marisa Peña. Enredando la memoria
Hace dos años...
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