Paquita Caminante · ctxt.es Gustavo Duch 27/07/2020
Los ingredientes para una invasión neoliberal de lo rural están servidos. Pero son quienes viven y mantienen estos territorios los que deben decidir sobre ellos
Antes de la pandemia (a.P.) vivíamos junto a una hoguera que, en mayor o menor medida, a todas nos producía algún grado de quemaduras. Pero las clases gobernantes, inconscientes o parapetadas en sus privilegios –o las dos cosas– no detectaban ni siquiera el humo. Han pasado poco más de tres meses de la explosión de la covid-19 y, aunque el incendio eco-social no puede ser más evidente, no solo no proponen ninguna medida para frenarlo sino que, con sus políticas y fondos de recuperación, lo alimentan cual pirómanos. Esto sí que nos genera un verdadero estado de alarma.
Me preocupa, también, el salto mortal que nos ha llevado de decenios a.P. donde predominaban los sentimientos mayoritarios de ruralofobia y de desprecio hacia la Naturaleza a lo contrario, el boom rural. En los últimos meses abundan los anuncios publicitarios donde la estrategia de marketing pasa por piropear a los pueblos y a sus gentes; la prensa convencional está haciendo huecos urgentes a la cultura rural, que ahora está de moda; y, desde luego, las grandes cadenas de supermercados ya no solo llenan lineales con productos ecológicos sino que también divulgan a los cuatro vientos su compromiso para salvar a la pequeña agricultura y “su trabajo esencial”. ¿Será lo rural un nuevo nicho de negocio? ¿Qué planes para “reflotar la economía” de los entornos rurales se imaginan los gobiernos?
Antes de la pandemia (a.P.) vivíamos junto a una hoguera que, en mayor o menor medida, a todas nos producía algún grado de quemaduras. Pero las clases gobernantes, inconscientes o parapetadas en sus privilegios –o las dos cosas– no detectaban ni siquiera el humo. Han pasado poco más de tres meses de la explosión de la covid-19 y, aunque el incendio eco-social no puede ser más evidente, no solo no proponen ninguna medida para frenarlo sino que, con sus políticas y fondos de recuperación, lo alimentan cual pirómanos. Esto sí que nos genera un verdadero estado de alarma.
Me preocupa, también, el salto mortal que nos ha llevado de decenios a.P. donde predominaban los sentimientos mayoritarios de ruralofobia y de desprecio hacia la Naturaleza a lo contrario, el boom rural. En los últimos meses abundan los anuncios publicitarios donde la estrategia de marketing pasa por piropear a los pueblos y a sus gentes; la prensa convencional está haciendo huecos urgentes a la cultura rural, que ahora está de moda; y, desde luego, las grandes cadenas de supermercados ya no solo llenan lineales con productos ecológicos sino que también divulgan a los cuatro vientos su compromiso para salvar a la pequeña agricultura y “su trabajo esencial”. ¿Será lo rural un nuevo nicho de negocio? ¿Qué planes para “reflotar la economía” de los entornos rurales se imaginan los gobiernos?
Como advertían algunas voces, la construcción del discurso de la España
vacía ha generado un buen pretexto para justificar cualquier tipo de
negocio, por perjudicial que sea. El argumento de repoblar los entornos
rurales está permitiendo la expansión de las macrogranjas industriales,
por ejemplo, o la expansión desproporcionada de parques eólicos. El
renovado interés por la búsqueda de espacios naturales, lejos de los
riesgos epidémicos de las grandes ciudades, es un segundo factor que ya
está acentuando una suerte de retorno a lo rural que, sin compromiso por
formar parte de la sostenibilidad colectiva del pueblo, acrecienta los
fenómenos especulativos de la vivienda en los pueblos y de la tierra
cultivable. Y esto hace aún más difícil la llegada de personas que sí
miran a lo rural/natural como el lugar donde situar vidas vivibles a
partir de la relación con la tierra y su fertilidad.
Con este escenario, lo rural y lo natural cotiza cada vez más alto en
las bolsas de valores. A los buitres que rastrean donde invertir no se
les escapa que en esta época d.P. el mundo rural es muy llamativo en
cualquier escaparate. Vendemos pueblos abandonados. Buena inversión para ofrecer lugares donde vivir y teletrabajar con menos riesgos de caer enfermo, dirán sus anuncios. Increíble caserío a la venta, protegido con seguridad privada 24 horas y dos huertas perimetradas con vallas electrificadas. Solares
por edificar en una calle asfaltada, sin olor a estiércol. Vendo 20
hectáreas de prístinos parajes. Muchas posibilidades (…)
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