Felipe Medina 29/7/21
No dudé de tu amor
porque lo comenté
y lo esparcí en alas de mariposa.
Llegaste prisionera
y te di la libertad
como se da la vida
o se perpetra la muerte.
Llegué a tu boca
con la dignidad del silencio,
con la soberanía de los soles apresurados,
con la soberbia de mi corazón entrecortado.
Calmé tu deseo infinito.
Calmé mi deseo infinito.
Los dos, frente a frente,
desbordados de pasión
desbordados de quejidos.
Y mi cama nos recogía,
nos protegía
y se sinceraba
para futuros recuerdos.
Hoy llego a mi casa
y la encuentro vacía.
No espero a nadie,
nadie me espera.
Sólo el recuerdo me acompaña
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