Fernando Broncano R 15/4/22
El ascenso de la ultraderecha en Europa y el mundo es como el dedo que señala la luna: solo los tontos miran al dedo.
* En la estructura de sentimiento del XXI hay varios componentes de ansiedad: por la debilidad de los estados, por las consecuencias de las migraciones, por el ascenso del feminismo, por el precio de la transición ecológica; por la creciente desigualdad en el espacio.
* Las ideologías progresistas tradicionales se han centrado en el combate de lo negativo: reclamaciones y resistencia, no han desarrollado el elemento utópico que entraña una estimulación del deseo: los estados son más fuertes cuanto más democráticos; es posible desarrollar el sentido colectivo de hospitalidad (justamente el que aportan las culturas emigrantes, como aún recordamos quienes vivimos en un país de emigrantes); el feminismo no es una cosa de mujeres sino un modo mejor de cuidarnos unos a otros que nos hará más felices a todos; la transición ecológica es la hipoteca de nuestra casa-planeta: lleva un sacrificio, pero la ganancia es una casa común para la vida; la fusión de la frontera entre ciudad-campo: una ciudad que acoja el campo en su mismo diseño, un campo que disfrute de los servicios de la ciudad.
* Hay una relación directa y proporcional entre el lenguaje de batalla antifascista y la incapacidad de pedagogía en grandes capas de la población que solo oyen un tipo de ruido estentóreo que aumenta su ansiedad por el futuro.
* Transformar el resentimiento en esperanza: ese es el camino para dejar sin sentido a la ultraderecha.
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