26/10/22
Mikel Tar Orrantia Diez Isabelle Stengers: Imaginar entre el desastre
Ana Belén Herrera de la Cruz 21/07/2017 Ficciones Reseñas
La científica y filósofa belga analiza en el ensayo ‘En tiempos de catástrofes’ las consecuencias de que la ciencia y academia estén al servicio de un capitalismo que ejerce violencia sobre Gaia, nuestra biosfera expoliada. Prestar atención a su obra nos prepara para prestar atención a nuestra realidad.
«No “yo pienso” sino “algo me hace pensar”»
Isabelle Stengers
«¿Por qué los científicos no dejan las cosas en paz?»
‘El hombre vestido de blanco’ (Alexander Mackendrick, 1951)
Mientras leía el ensayo de Isabelle Stengers, En tiempos de catástrofes (Ned Ediciones, 2017), no podía parar de pensar en una película inglesa de 1951 llamada El hombre vestido de blanco (The man in the white suit). Esta película cuenta la historia de un inventor que crea un tejido que no se ensucia ni se rompe. El inventor, al que ninguna universidad o empresa quiere subvencionar sus experimentos, se dedica a colarse en los laboratorios de distintas fábricas textiles para hacer ensayos. Un día, después de innumerables pruebas, da por fin con la fórmula para elaborar este tejido irrompible a prueba de manchas. A partir de ese momento, el mundo entero se vuelve en su contra. Nadie quiere que se comercialice este invento, ni los empresarios textiles, que ven peligrar su negocio, ni los obreros de las fábricas, que temen perder sus trabajos. Mano de obra, a través de los sindicatos, y capital se alían para intentar frenar a este inventor «irresponsable» que pretende alterar los «delicados» equilibrios del capitalismo en vez de usar la ciencia para alimentar el tejido productivo del sistema. En su huida, el inventor se cruza con una humilde lavandera que le reprocha su actuación en nombre de un progreso que hace más mal que bien a la humanidad. El científico la mira, reflexiona durante unos segundos y sigue su carrera. Nadie impedirá que dé a conocer su invento. Seguro esta vez conseguirá una beca.
Más de medio siglo separa esta perspicaz comedia negra del ensayo sobre nuestros «tiempos de catástrofes» de la científica y filósofa belga Isabelle Stengers, y sin embargo, ambas obras tienen no pocas observaciones en común: ciencia y academia al servicio de las necesidades productivas del capitalismo, encuentros y desencuentros entre clases sociales capitalistas, ceguera del progreso respecto a sus consecuencias, crecimiento sin otro fin que el crecimiento… Sin embargo, Stengers, plenamente instalada en el siglo XXI, introduce otros elementos claves en su análisis del presente que en la época del filme, plena postguerra, no eran todavía tenidos en cuenta, como las nuevas tecnologías, el Estado como factor que ha perdido su «autoridad» frente al capitalismo, o la «intrusión de Gaia», concepto con el que la autora define cómo la Tierra responde ante las modificaciones violentas que en ella provoca el sistema de producción capitalista.
En tiempos de catástrofes, Isabelle Stengers, una de las principales exponentes de la filosofía de la ciencia (rama de la filosofía que estudia el saber científico y sus consecuencias socioculturales), invita a los lectores a repensar el estado de su entorno y a plantear sus propias preguntas para intentar llegar a espacios en los que se experimenten nuevas respuestas a problemas comunes. Stengers ofrece algunas claves para indagar en un presente del que con frecuencia solo se contempla la imagen distorsionada que ofrece el poder, o «nuestros» responsables, en palabras de la filósofa, cuyo estribillo tantas veces oído «es necesario, no tenemos elección», para justificar sus actuaciones, transforma en costumbre lo intolerable y aleja nuestra atención de las cuestiones realmente importantes, aquellas que nos hacen pensar, inventar, actuar. A través de la reflexión, Stengers apuesta por una lucha política que va más a allá de la política, que no se conforma con defender conquistas ganadas en el pasado y denunciar los escándalos, sino que trabaja activamente en la construcción del futuro y manifiesta en voz alta preguntas tales como «¿quién paga a los técnicos, cómo se educa a los científicos, a qué sueños de riqueza se confía la tarea de “reactivar la economía”?»
Y transversal a todas las cuestiones, Gaia, nuestra biosfera, fuente expoliada de energía y vertedero del capitalismo, cuyas reacciones brutales al maltrato humano hay que tener en cuenta en cualquier elaboración nueva de pensamiento. Isabelle Stengers menciona la catástrofe del huracán Katrina como ejemplo de intrusión de Gaia, y como la «barbarie» llegó no por el desastre natural sino por la respuesta que se le dio a este desastre: «los pobres abandonados mientras los ricos se ponían a resguardo». Según la autora, las acciones a tomar frente a la intrusión de Gaia, y en la lucha anticapitalista en general, han de pasar por la independencia respecto al poder y por producir nuevos saberes (y rescatar saberes antiguos) que den respuestas locales a situaciones concretas. Para producir estos nuevos saberes es indispensable una nueva generación de técnicos y científicos que no sometan sus prácticas a las fuentes de financiación actuales (empresa y Estado), así como aprender a experimentar «los dispositivos que nos hagan capaces de vivir las adversidades sin volcarnos en la barbarie, creer en lo que alimenta la confianza allí donde amenaza la impotencia terrorífica».
Leer a Isabelle Stengers no es fácil. En tiempos de catástrofes, la filósofa dedica un capítulo al arte de prestar atención. Arte, que no capacidad, en el sentido de que «la atención, aquí, no se refiere a lo que es a priori definido como digno de atención, sino que obliga a imaginar, a consultar, a encarar consecuencias que ponen en juego conexiones entre lo que tenemos la costumbre de considerar como separado». La lectura de la obra de Stengers requiere que cultivemos el arte de prestar atención en la forma que ella indica. No basta con leer sus palabras y hacernos un dibujo mental de lo que nos expone, sino que exige un esfuerzo por nuestra parte, una posición lectora activa, a la vez que sosegada, que implica parar y releer, conectar con nuestras referencias, pensar, asentir o no, buscar otras referencias nuevas. Prestar atención durante la lectura de Stengers nos prepara para prestar atención a nuestra realidad. En mi caso, en mi proceso personal de lectura, no podía evitar que se colara de forma insistente la imagen de un hombre vestido de blanco tratando de ocultarse entre las sombras de la noche.
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