En 2020 los sucesivos confinamientos llevaron a muchos parisinos —aquellos que podían permitírselo— a dejar la ciudad para refugiarse en propiedades de alquiler o en segundas residencias fuera de la capital. Algunos quisieron ver en la pandemia un punto de inflexión demográfico, un cambio en el estilo de vida que marcase el inicio de un 'éxodo urbano' y una nueva distribución de la población. En definitiva, un gran trasvase de habitantes desde las ciudades hacia las zonas rurales, impulsado por la búsqueda de más espacio y favorecido por la generalización del teletrabajo.