Fernando Broncano R · elpais.com São Paulo
Los
niños dicen en voz alta lo que los mayores quieren ocultar pero hablan
en lo íntimo. La idea de que la universidad es un refugio de
izquierdistas que en algún momento habría que resolver no es de
Bolsonaro, al contrario, tiene una larga tradición desde las guerras de
la cultura de los años noventa hasta mucho antes. En algunos países
(España fue modelo), las soluciones fueron quirúrgicas y fueron
aplicadas más tarde con éxito en Chile y otros lugares (USA en los
tiempos de los comienzos de la Guerra
Fría). Bolsonaro tiene esta "espontaneidad" que parece caracterizar al
nuevo fascismo y se atreve a decir y hacer lo que otra mucha trastienda
cree que hay que decir y hacer. Quienes conocemos la universidad desde
el lado oscuro sabemos que es falso que las humanidades sean un refugio
de brujas, trolls y otros seres disminuidos. No: el conocimiento, en
toda su complejidad, es un territorio tenso que si eliminase el lado
oscuro de la fuerza caería en la banalidad y el puro comercio de
títulos. Hasta los poderes lo saben. No así esta nueva clase de
vendedores de peines que creen que llenando el mundo de gorilas van a
desaparecer las zonas grises en las que realmente nace el mundo del
futuro.
Miles de estudiantes marchan contra los recortes de Bolsonaro
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