Fernando Broncano R 13/1/22
Ninguna imagen como esta representa mejor el tema que estoy preparando para el curso de filosofía de la ciencia sobre el ocaso de la imagen mecánica del mundo a lo largo del siglo XIX. El último viaje de El Temerario de Turner: un remolcador a vapor lleva a un glorioso navío de línea, victorioso en la batalla de Trafalgar, al desguace. Ya sin banderas, sin velas, en un atardecer improbable que lo es de toda una cultura. Una imagen que habla de una crisis civilizatoria, un símbolo también del artista que observa su declive desde una canoa y se conmueve ante el poder del acero y el vapor. Mary Shelley había escrito sobre el amanecer de la electricidad y el romanticismo alemán desarrollaba nuevas nociones sobre la unidad de la naturaleza que habrían de materializarse en los conceptos de energía y campos de fuerzas.
He usado esta imagen muchos cursos, pero en ninguno como este he sentido el poder de la imagen de un mundo, una civilización y una vida creativa en su atardecer.
Quizás alguien podría hacer una película o algo con un portaviones estadounidense arrastrado al desguace por un dron náutico chino pilotado por una inteligencia artificial, o algo así; o un viejo profesor de humanidades llevado al desguace por una pantalla de pedagogías innovadoras.
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