abril 29, 2025

Tras el lobo en Guadarrama: "Para protegerle, hay que proteger a quien convive con el lobo". Por Javier Rubio


Por 23/02/2025

Antonio Herrero es uno de los mayores conocedores en España de una de las especies protegidas más polémicas: el lobo. El Confidencial le acompaña durante una jornada de avistamiento en la Sierra de Guadarrama

El Confidencial acompañó a Antonio Herrero (centro) a zonas loberas en la Sierra de Guadarrama. (A.H.)


"¿Quieres ver al lobo? En el centro tengo alguno disecado de los que hemos tenido que matar…". Manuel Gallego, ‘Manolín’, era en su día el guarda mayor de los forestales de la zona. Hasta Félix Rodríguez de la Fuente le respetaba. Antonio Herrero solo tenía cinco años. Criado en Villardeciervos, en plena zona lobera de la Sierra de la Culebra zamorana, ‘Manolín’ llevó a Antonio al Centro Forestal. Por fin pudo ver a ese lobo que tanto le fascinaba, aunque disecado. “Tuve el primer contacto con el animal que sería mi tótem y del que ya no me he separado nunca” recuerda Antonio.

 

Aquel niño descubrió pronto lobos auténticos en la Culebra acompañado por su padre, los forestales, o en solitario. Luego se haría militar de carrera. Paracaidista, veterano de combate en Afganistán, es en la actualidad brigada de la UME, implicado en los trabajos de recuperación en Valencia.

 

Su vida en territorio de lobos, el contacto directo con ganaderos, movimientos ecologistas y cazadores, hacen de Antonio Herrero una de las voces más autorizadas en España para opinar sobre esta singular y polémica especie después de seguirla y estudiarla incluso en las madrugadas de enero en La Culebra o Guadarrama con nieve hasta la cintura.

Autor de "La Quinta Manada", su libro es una suerte de autobiografía de vivencias con el lobo. En el mismo tambien explica la etología de esta especie y debate sobre los numerosos frentes que van más allá de la condición de depredador único en la naturaleza española.

 

El Confidencial salió con Herrero a la ‘caza’ del lobo en la Sierra de Guadarrama por zonas donde se mueve habitualmente. En la espera con telescopios, prismáticos y cámaras fotográficas, el naturalista zamorano también nos traslada su visión sobre este fascinante y conflictivo animal, más si cabe tras los últimos ataques al ganado no muy lejos de Madrid.

 

Su primer disparo, a bocajarro, y seguramente polémico: “Lo más importante de todo: “si tú quieres proteger el lobo, tienes que proteger primero a la gente que convive con el lobo”.

Territorio lobo

Nos apostamos en una zona de altura, entre fincas pequeñas, todas valladas de piedra y con ganado en su interior. Una amplia ladera al otro lado del valle ofrece campas idóneas para el movimiento del lobo, por lo que los prismáticos se hacen imprescindibles. Sin embargo, la experiencia de nuestros acompañantes nos hace saber que también se mueve exactamente por donde pisamos, cerca una vieja ermita derruida y oculta entre la maleza.

 

Empecemos marcando el territorio, como hace el propio lobo ¿Cuál es su situación en España? “Hace tres años había una gestión del Duero que marcaba la suerte de los lobos. Al norte se podía cazar bajo subasta de forma controlada y al amparo del denominado ‘control poblacional’, una gestión cinegética que ha mantenido estables a las manadas. Al sur del Duero la gestión era totalmente proteccionista. En teoría tendría que ser buena, pero ha hecho que el lobo llegara casi a su extinción".

Herrero entra en el tema nuclear que tanto enconamiento suscita entre ganaderos, ecologistas y cazadores: su condición de especie totalmente protegida“Es muy difícil vender que, para proteger al lobo, hay que controlarlo pero, aunque no nos guste, es la realidad”. Tan rotunda afirmación reventará los tímpanos a muchos y ya se escuchan sus gritos.

 

El lobo ibérico fue incluido en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial en 2021, lo que supuso la prohibición de su caza en todo el territorio español. El pasado julio, el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea tumbaba la ley autonómica de Castilla y León que permitía cazarlo. Hoy, no se mata un lobo. A no ser que se haga furtivamente, claro.

"Una decisión política"

Con su experiencia de campo, Herrero no comparte la prohibición absoluta, por distintas razones. “La nueva ley se ha redactado sin tener en cuenta la situación actual del lobo. Ha sido una decisión política e idealista, pero sin tomar las necesarias medidas para aplicarla”. Para el naturalista zamorano, se necesita flexibilidad en la gestión de esta especie. “Tenemos que pensar si queremos protegerlo o solo buscamos el sensacionalismo y una imagen idealizada del lobo. Protegerle pasa por tener una visión realista de la situación”.

placeholderUn ejemplar de lobo que acosaba al ganado en Guadarrama. (A.H.)
Un ejemplar de lobo que acosaba al ganado en Guadarrama. (A.H.)

Herrero diferencia entre esa imagen ‘buenista’ propia de sectores que identifican el maltrato de los animales con la caza o el control de las poblaciones. “En primer lugar, no se puede gestionar el lobo a nivel nacional ni tampoco provincial, porque en cada provincia puede haber un gobierno diferente. Y este tema no debe ir de política, sino de gestión”.

 

Apasionado del lobo, no quita que Herrero sea también pragmático. “En mi opinión, el ‘plan del lobo’ debería tener una política proteccionista buscando la expansión de la especie y su control con una idea global, pero con diferente gestión según la densidad de poblaciones y el contexto de cada territorio. Es muy importante la relación que tiene la población que convive con el lobo para gestionarlo de una forma u otra”.

Cuando crece el furtivismo

¿Qué régimen de protección hubiera sido el más adecuado entonces? “Creo que debería haberse actualizado la ley anterior, con datos reales de movimientos de poblaciones, con censos reales, para así poder decidir la gestión en cada territorio. Donde se está notando nueva presencia de lobo, habría que tener una protección total para permitir que pueda expandirse”.

 

¿Y en las zonas de alta densidad de poblacion del lobo y grandes zonas ganaderas, como en Segovia y Avila? “Aquí debería aplicarse un control poblacional, con el que se puedan eliminar animales conflictivos por parte de la guardería forestal, y así aliviar la presión de los ganaderos y reducir los conflictos, ya que el lobo siempre ha sido un arma política, una excusa entendible para reclamar más ayudas y mejoras en el campo”.

Herrero conoce de primera mano los sentimientos de quienes conviven de toda la vida con el lobo en su tierra de la Culebra. “Tengo primos míos que son pastores con ganado, en mi familia todos son ganaderos. Mi primo me decía que le gusta ver el lobo campando por ahí. El problema es cuando afecta tu economía. Un lobo, una noche, puede matar 40 ovejas, se puede cargar un rebaño entero. Aquí sería necesario un control exhaustivo de la evolución de las manadas, y plantear el lobo como un reclamo turístico y motor económico de una zona, además muy castigada por los últimos incendios forestales”.

 

En Asturias, la presión y los conflictos con los ganaderos son muy fuertes. “Aquí podría llevarse ese control de la población con una gestión cinegética que deje un beneficio para la zona y también reducir el conflicto con los ganaderos. Porque, con la nueva ley, en poblaciones donde antes se podía cazar el lobo ha crecido el furtivismo, y ya no es un beneficio, sino una molestia con la que hay que acabar".

Las indemnizaciones, como el coche

Recogemos los bártulos y una conveniente llamada de teléfono nos dirige hacia otra zona de altura donde la presencia del lobo está confirmada hasta con cámaras de foto trampeo de las que Herrero tiene conocimiento. Retomamos de camino la conversación ¿Cómo poner entonces en valor al lobo, si es la manera de protegerle del furtivismo?   

Si quieres que la gente de los pueblos, de quienes depende el futuro del lobo, lo protejan, tienes que darle ese valor. Y en cada territorio es diferente. En algunas zonas puede ser ecológico, en otras turístico y en otras cinegético, pilares fundamentales en los que se basa la economía de muchos destinos mundialmente conocidos (te explica el ejemplo de Kenia), en los que la fauna se ha conservado gracias a ellos”. 

Terrero, en un terreno ideal para el lobo en Guadarrama. (Javier Rubio)S S    
             

  

Existe un sistema de indemnizaciones que compensa las pérdidas que provoca el lobo, muy importantes en la Sierra de Guadarrama y Asturias. ¿No resulta suficiente? “Mira, es como si tú tienes un coche, si te das un golpe te lo paga el seguro. Pero si todos los días estás dando partes, acabas hasta las narices. Y que las indemnizaciones se pagan mal y tarde es una realidad. A ti te matan un ternero, y te pagan equis dinero. Ya, pero es que ese ternero podía tener otro ternero más, es una sucesión de inconvenientes y molestias. Por no hablar de los abortos que provocan los ataques del lobo”.

 

Porque, además, el sistema de ‘peritaje’ no es siempre fluido. “Está mal pagado, y se paga tarde. Luego entra la gestión forestal, que te digan si la muerte del ganado ha sido por causa del lobo o no. Las molestias son brutales. Aguanta mejor un ganadero que tiene una finca extensiva, que tiene mucho dinero, aunque son molestias constantes. Pero imagínate, para un pastor con un pequeño rebaño”. Herrero también alude a la picaresca que en ocasiones rodea a estas ayudas por parte de algunos ganaderos, lo que hace tomar precauciones a la Administración.

"Han agitado el avispero del mundo rural"

Según la visión de este ‘lobero’ apasionado, una visión ecologista radical y ‘buenista’ está dañando su supervivencia. “Porque se están tapando los ojos ante una realidad. El lobo es el mayor depredador que tenemos en España. Hay ataques y pérdidas reales, hay que asumirlo y no esconderlo para poder tomar medidas. No se puede decir que todo es culpa del ganadero”.

Indirectamente, Antonio Herrero señala a ese ecologismo poco realista hacia quien convive con el lobo. “Para protegerle hay que tener un término medio. No puede llegar un señor que vive en el centro de Madrid y culpar al ganadero por su forma de hacer ganadería extensiva, porque el ganadero también puede echarle en cara que usa a diario carreteras y trenes que cruzan territorios de expansión del lobo”.

Lo dice por lo que conoce de su tierra. “Me hace gracia ver cómo se protesta por la caza del lobo en la Sierra de la Culebra y, sin embargo, nadie critica la recién estrenada vía del AVE que ha modificado la conducta de muchas manadas, cortando por la mitad sus territorios y zonas de campeo. Pero claro, es más fácil vender lo de la caza. Lo que no se dan cuenta es que han agitado el avispero del mundo rural, y el lobo es el que está pagando las consecuencias”.

La conclusión para Antonio Herrero es clara. “En Guadarrama, por ejemplo, habría que poner un valor al lobo. El único valor que entendemos todos es el económico. Antes se le daba un valor económico con una gestión cinegética, y por eso se le protegía. Si al norte del Duero sobrevivieron las manadas estables es porque se le dio un valor económico. Aquí debería ser igual, pero la ley no plantea ninguna alternativa beneficiosa. En Guadarrama podría ser la del turismo, por la que llevo apostando toda mi vida”.

"Es un animal diferente a todos"

Mientras oteamos las laderas con prismáticos y teleobjetivos fotográficos y el sol empieza a apoyarse en las altas crestas al oeste, cambiamos de tercio. Le pedimos a Herrero que nos ayude a conocer mejor esta especie. “El lobo es como el mito, un animal diferente al resto, que lleva un aura de alrededor de misterio. Es muy mágico, muy distinto al resto de los animales. No sé cómo explicarte…”, dice tras un largo silencio, admirando ahora ese animal que tanto ha seguido.

Este militar con amplia experiencia profesional -y condecoraciones de combate- encuentra grandes similitudes entre esta especie y los movimientos de soldados en acción, que nos explica extrapolando su experiencia de soldado en acción. Le preguntamos por esa legendaria inteligencia grupal que, como explica en su libro, incluso deja en admirados a los ganaderos víctimas de sus ataques en La Culebra.

“Como militar de infantería ligera que soy, que me gusta mucho la táctica, tengo grabadas muchas escenas de cómo caza el lobo, cómo se despliega, y es muy parecido a los militares. Usa técnicas que usamos nosotros, la de la tenaza, la envolvente... Es increíble verlo cazar. A lo mejor están los lobos acechando a un jabalí, pero luego los que van a atacar están al otro lado, los mueven para un lado y luego les esperan en otro”.

"En la manada es todo muy militar"

El imaginario popular en torno al lobo está alimentado por las imágenes de su jerarquización y agresividad. “Es un depredador tremendo, brutal, el más salvaje que tenemos. En la manada es todo muy, muy militar, muy jerarquizado. Solo hay un macho que se reproduce. La hembra es brutal, es la que lleva la familia. Luego tienes el resto de hermanos, primos, todos súper sumisos al macho alfa, el que manda siempre, y la hembra alfa es la única hembra que se reproduce”.

Herrero destaca que en España es un animal muy castigado y perseguido, de aquí que sean puros supervivientes, solo sobreviven los mejores. “Cuando dejas de ser el mejor, el segundo te coge el mando. Tengo fotos de las crías en las que ves a todas con el rabo levantado, como intentando marcar al otro hermano. Siempre con juegos, pero siempre intentando dominar al otro incluso cuando son crías”.

“Las manadas pueden variar de tamaño. Entre agosto y diciembre, se juntan los todos los elementos de la manada con las crías de ese año para mantenerlas y sacarlas adelante. Desde finales de diciembre, enero, cuando empieza el celo, la pareja alfa se van solos por ahí”, explica Herrero. “Algunas crías se quedan en la manada, otras buscan territorios nuevos. Incluso hay grupos de lobos que se juntan por conveniencia de la caza. A lo mejor sobran de la manada, y son los grupos que la lían, los que más ataques hacen, son jóvenes que se juntan y entre ellos con una relación solo de caza”.

"Es cada vez más puro y fuerte"

Tras décadas de avistamientos, estudio y observación de un animal que tanto le fascina, Antonio Herrero conoce a fondo a este cuasi mitológico animal. De sus múltiples experiencias ¿Qué escenas recuerda que más le haya impresionado del lobo?

Estoy preparando un segundo libro con mejor calidad de fotografía, y para ello me tengo que acercar incluso más todavía al lobo. Ves el comportamiento tan salvaje que tiene, pero luego ves su comportamiento con las crías tan materno. Me impresiona que es un animal muy realista, un superviviente, el que vale, vale, el que no, fuera de la manada. Por eso se va haciendo más puro y fuerte”.

Empieza a notarse el frío y se acerca la oscuridad. Los buitres del canchal han levantado el vuelo para dirigirse a sus aposentos nocturnos. Un día entero apostado con los telescopios en este canchal oteando las amplias zonas de campeo quizás habría permitido avistar algún ejemplar de lobo. “En la próxima salida iremos a otro sitio donde vamos a verle al cien por cien”, te regala Antonio Herrero. Contando los días.


Si quieres que la gente de los pueblos, de quienes depende el futuro del lobo, lo protejan, tienes que darle ese valor. Y en cada territorio es diferente. En algunas zonas puede ser ecológico, en otras turístico y en otras cinegético, pilares fundamentales en los que se basa la economía de muchos destinos mundialmente conocidos (te explica el ejemplo de Kenia), en los que la fauna se ha conservado gracias a ellos”.

 

Existe un sistema de indemnizaciones que compensa las pérdidas que provoca el lobo, muy importantes en la Sierra de Guadarrama y Asturias. ¿No resulta suficiente? “Mira, es como si tú tienes un coche, si te das un golpe te lo paga el seguro. Pero si todos los días estás dando partes, acabas hasta las narices. Y que las indemnizaciones se pagan mal y tarde es una realidad. A ti te matan un ternero, y te pagan equis dinero. Ya, pero es que ese ternero podía tener otro ternero más, es una sucesión de inconvenientes y molestias. Por no hablar de los abortos que provocan los ataques del lobo”.

 

Porque, además, el sistema de ‘peritaje’ no es siempre fluido. “Está mal pagado, y se paga tarde. Luego entra la gestión forestal, que te digan si la muerte del ganado ha sido por causa del lobo o no. Las molestias son brutales. Aguanta mejor un ganadero que tiene una finca extensiva, que tiene mucho dinero, aunque son molestias constantes. Pero imagínate, para un pastor con un pequeño rebaño”. Herrero también alude a la picaresca que en ocasiones rodea a estas ayudas por parte de algunos ganaderos, lo que hace tomar precauciones a la Administración.

"Han agitado el avispero del mundo rural"

Según la visión de este ‘lobero’ apasionado, una visión ecologista radical y ‘buenista’ está dañando su supervivencia. “Porque se están tapando los ojos ante una realidad. El lobo es el mayor depredador que tenemos en España. Hay ataques y pérdidas reales, hay que asumirlo y no esconderlo para poder tomar medidas. No se puede decir que todo es culpa del ganadero”.

 

Indirectamente, Antonio Herrero señala a ese ecologismo poco realista hacia quien convive con el lobo. “Para protegerle hay que tener un término medio. No puede llegar un señor que vive en el centro de Madrid y culpar al ganadero por su forma de hacer ganadería extensiva, porque el ganadero también puede echarle en cara que usa a diario carreteras y trenes que cruzan territorios de expansión del lobo”.

 

Lo dice por lo que conoce de su tierra. “Me hace gracia ver cómo se protesta por la caza del lobo en la Sierra de la Culebra y, sin embargo, nadie critica la recién estrenada vía del AVE que ha modificado la conducta de muchas manadas, cortando por la mitad sus territorios y zonas de campeo. Pero claro, es más fácil vender lo de la caza. Lo que no se dan cuenta es que han agitado el avispero del mundo rural, y el lobo es el que está pagando las consecuencias”.

La conclusión para Antonio Herrero es clara. “En Guadarrama, por ejemplo, habría que poner un valor al lobo. El único valor que entendemos todos es el económico. Antes se le daba un valor económico con una gestión cinegética, y por eso se le protegía. Si al norte del Duero sobrevivieron las manadas estables es porque se le dio un valor económico. Aquí debería ser igual, pero la ley no plantea ninguna alternativa beneficiosa. En Guadarrama podría ser la del turismo, por la que llevo apostando toda mi vida”.

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