Maria Aranda · Madrid
Lo estamos viendo, cada día peor. Así nos quieren para mejor manipulación.
Inés Fernández-Ordóñez, miembro de la Real Academia Española (RAE)
y catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid, detecta errores de
ortografía en su aula. “Es terrible, pero incluso es muy común entre mis
alumnos de Filología que pongan faltas. Y, lo peor de todo, no saben
redactar. Creo que tiene que ver con que no se lee, faltan prácticas de
redacción, dictados…”. Relatos como el de Fernández-Ordóñez, que baja la
nota a sus alumnos, explican que la ortografía sea uno de los motivos
de que el 9,6% de las plazas de profesor de secundaria hayan quedado
desiertas en las oposiciones del pasado julio. Nunca había habido un
volumen educativo en España como el actual —el 41% de los jóvenes de 25 a
34 años tiene estudios superiores, frente a un 43% en la OCDE—, pero el
nivel ortográfico de los graduados es muy mejorable. Y si los que
enseñan cometen fallos, los escolares los repetirán.
(...) “Creo que muchos profesores de secundaria, y a veces de universidad, pasan por alto en los exámenes las faltas cuando entienden que el contenido es correcto”, se sorprende el académico Ignacio Bosque, catedrático de Lengua en la Complutense. “Yo no lo hago. Es un error hacerlo. No estoy tampoco de acuerdo con dejar pasar las faltas graves de redacción. Algunos profesores piensan que las faltas las corrigen los procesadores de texto, y entienden que la sintaxis es poco importante. Opino lo contrario. Mi maestro, Fernando Lázaro Carreter, decía que si la expresión es pobre, el contenido también lo es, se quiera o no”
La académica Carme Riera penaliza “muchas faltas” de sus alumnos de Literatura en la Autónoma de Barcelona. “La gente no practica las normas ortográficas, y muchas veces hacen ese trabajo los correctores del teléfono y los correos electrónicos y no se fijan”, sostiene Riera. También lamenta la influencia “nefasta” y continua del inglés.
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(...) “Si no manejas los instrumentos de la expresión, terminas empobreciendo tu pensamiento o al menos su transmisión. Escribir y hablar bien sirve para expresar mejor tus ideas, no es un capricho”, alerta Llamazares (...)
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(...) “Creo que muchos profesores de secundaria, y a veces de universidad, pasan por alto en los exámenes las faltas cuando entienden que el contenido es correcto”, se sorprende el académico Ignacio Bosque, catedrático de Lengua en la Complutense. “Yo no lo hago. Es un error hacerlo. No estoy tampoco de acuerdo con dejar pasar las faltas graves de redacción. Algunos profesores piensan que las faltas las corrigen los procesadores de texto, y entienden que la sintaxis es poco importante. Opino lo contrario. Mi maestro, Fernando Lázaro Carreter, decía que si la expresión es pobre, el contenido también lo es, se quiera o no”
La académica Carme Riera penaliza “muchas faltas” de sus alumnos de Literatura en la Autónoma de Barcelona. “La gente no practica las normas ortográficas, y muchas veces hacen ese trabajo los correctores del teléfono y los correos electrónicos y no se fijan”, sostiene Riera. También lamenta la influencia “nefasta” y continua del inglés.
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El prestigio de la lengua
“No todo se consigue con más clases de Lengua, sino con un prestigio social de la buena expresión y la buena escritura. Y el problema viene de que la gente joven, sobre todo, y en redes sociales, escribe voluntariamente mal porque si no le mira mal el entorno”, afirma el escritor Julio Llamazares.(...) “Si no manejas los instrumentos de la expresión, terminas empobreciendo tu pensamiento o al menos su transmisión. Escribir y hablar bien sirve para expresar mejor tus ideas, no es un capricho”, alerta Llamazares (...)
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