Si
al sistema injusto en el que vivimos (contra el que algunos luchan en
la calle, en las escuelas, en los barrios, en las asociaciones y otros
tomando cañas y odiando a todo el mundo en las redes) le añadimos el
fascismo y el nacionalcatolicismo, entonces lo que nos espera es un
infierno como el que vivieron nuestros abuelos. Cuando el fascismo y el
capitalismo aúnan sus fuerzas ya no se puede luchar, ni protestar en las
calles, ni quejarse en las redes con memes y carteles,
ni denunciar en los juzgados, ni hablar en los bares, ni organizar una
charla informativa o un concierto solidario, ni escribir un poema, ni
montar una revista con unos amigos, sólo se puede intentar resistir,
sobrevivir y proteger a los tuyos de la barbarie. Ya sé que ahora
también nos amordazan, también se destroza la vida de la gente
dejándolas sin casa y sin trabajo. Hay que seguir empujando, trabajando,
mejorando. Pero si el fascismo en su versión no adulterada, en su
versión virgen extra y muy española, se hace con el poder, entonces ya no
tendremos margen de maniobra y la mierda nos cubrirá hasta que no
podamos respirar.
Algunos creen que no podemos estar peor... pues se puede. A la historia me remito.
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