Marisa Peña · 19/3/2019
Si
seguimos banalizando el mal, luego no habrá escapatoria. Y por cierto,
para el fascismo TODOS los que ahora nos dividimos en múltiples y
puristas tendencias, TODOS, somos los enemigos de España. Y la última
vez que dijeron eso mi familia entera se desangró en paredones,
cárceles, exilio y purgas. Ojalá sean todo cosas fruto de mi trauma
transgeneracional de violencia política (que existe) y la ciudad siga
viviendo alegre y confiada en esta sinrazón que se avecina.
© Marisa Peña
© Marisa Peña
Marisa Peña · 31/3/2019
En
este preciso momento histórico a muchos les va a ser difícil nadar y
guardar la ropa, y ponerse de perfil. No se puede ser equidistante,
tolerante o coquetear con el fascismo. Su masa madre ideológica es la
aniquilación de los valores que siempre defendió la izquierda: el
internacionalismo, la igualdad de clase, de género y de raza, la
justicia social, el laicismo, los servicios públicos, la libertad
sexual. Y no. No todos son iguales. Y el antifascismo no es el extremo
que se toca con el fascismo. Los valores defendidos por los " rojos"
enemigos de la patria no son ni parecidos a los defendidos por los
fascistas. Un poquito de historia por favor, y respeto, mucho respeto a
las víctimas del fascismo y a sus familiares.
©Marisa Peña.
Si
el contuvernio derechoide nostálgico franquista con ínfulas
nacionalcatólicas y neoliberales (al americano y capitalista modo) gana
las elecciones y pone en marcha las medidas casposas y reaccionarias que
viene anunciando en sus respectivos programas, los colectivos más
afectados serán: las víctimas del franquismo y sus familiares
(derogación de la ley de memoria histórica y su sustitución por otra ley
que, con el nombre de concordia, no es sino una apología de nuestro pasado
fascista y que acabará ilegalizando las asociaciones y colectivos
memorialistas), las mujeres que se consideran libres y feministas
(derogación de la ley del aborto, de la ley de violencia de género,
desmantelamiento de las ayudas a asociaciones feministas, y
legalización
de la explotación sexual y de la explotación reproductiva), los
homosexuales y transexuales, los dependientes, los funcionarios de salud
y educación y los parados. Algunas personas pertenecen a varios de
estos colectivos y yo, personalmente, a tres de ellos. Así que, como ya
hizo mi miliciana en 1936, votaré en legítima defensa, o en defensa
propia, para parar el avance reaccionario, y luego seguiré luchando para
cambiar las cosas que tengo claro que no se cambian en una urna sino en
el día a día, en cada barrio, en cada semilla, en cada canción.
©Marisa Peña.
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