enero 17, 2020

La Mesa del Corazón, de Javier Nix Calderón

Javier Nix Calderón ·   LA MESA DEL CORAZÓN    1/1/2020
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En noches como esta, hay una mesa en la que se sientan nuestros cuerpos, junto a nuestra familia o amigos. En casi todas, hay un espacio vacío, un cubierto de menos, una silla sin ocupar. Hay una mesa física, en la que nos sentamos a observar a los seres queridos que están, mientras echamos de menos a los que nos dejaron. Yo me siento en esa mesa, como vosotros, y escucho, a veces, el silencio de las pérdidas. Pero tengo una mesa en mi corazón, con un espacio infinito para las personas que amo y que ya no están junto a mí. Cada Nochebuena y Nochevieja, me siento en esa mesa dentro de mí y dejo que mis recuerdos se sienten a mi lado. Observo a mi hermano en la silla contigua, a mis abuelos enfrente. Miro bajo la mesa, y veo la cara de mi perro entre mis rodillas, pidiendo comida. Hablo con ellos, los toco, siento su luz irradiando desde los vértices de mi memoria. Me embarga una emoción extraña. Siento como la espiral del pasado se enreda con la línea difusa del presente. Comprendo entonces la infinitud del tiempo, la pérdida que me habita y que da sentido a mi existencia. Me veo como el hijo de mi propia historia, el guardián de mis recuerdos, la mano capaz de enlazar a mis muertos con mis vivos. Mi alma se sienta en la mesa que hay dentro de mi corazón, mientras mi cuerpo se sienta en la silla, y levanto mi vaso con ellos, con todos ellos, con los vivos y los muertos, con los que están cerca y los que están lejos. Atraigo las sombras y las abrazo hasta que adquieren la textura de la carne. Con los ojos llenos de luz, miro al precipicio de este 2020 cara a cara, tumbado cerca del filo, pero no siento vértigo. Sé que hay un plan para cada uno de nosotros ahí abajo, este año, y el próximo, y el que vendrá después. Estamos construidos de muchos seres, de muchas historias, y hay una energía superior a nosotros guiando nuestros pasos en la penumbra que nos aguarda. No estamos solos, nunca, porque hay una mesa dentro de nuestro corazón en la que sentarnos a recordar, sin nostalgia, sin tristeza, con la dicha inmensa de saber que porque fuimos, somos, y porque somos, seremos. Feliz 2020 a todos.
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