Cuando
una persona lee mucho (y cuando digo mucho, digo mucho con toda la
connotación cuantitativa y cualitativa de la palabra), su perspectiva
histórica se enriquece y su capacidad crítica también. Yo no conozco el
mundo rural español de primera mano pero he leído mucho, mucho. Y me
resulta cuanto menos inquietante que un ámbito profundamente conservador
y poco amigo de los cambios se indigne y rebose su impaciencia " justo"
en el preciso momento en el que una abogada labor
alista
es ministra de trabajo, y un gobierno plural en su composición intenta
escorar un poco hacia la izquierda, dejando a un lado los complejos y
los miedos. Reivindicaciones justas, eso es evidente. Pero... Sabemos
que el campo español lleva décadas huyendo como de la peste de
soluciones como el cooperativismo, la venta directa, o la "bestia
roja"de la colectivización. Por eso algo huele a podrido en Dinamarca,
que diría Hamlet. Porque no olvidemos que el capitalismo es el libre
mercado, la competencia, la ley de oferta y demanda, y que incurren en
una profunda contradicción los que llevan años defendiendo el sistema y
ahora buscan la intervención del estado que tanto denostan y denuncian
en otros sectores y en otras situaciones. La justicia social ( precios
justos, salarios justos, vida digna) es dificil de conseguir en un
sistema neoliberal salvaje. Y exigirla con toda virulencia justo cuando
se esperan cambios que hace ocho años con una derecha en mayoría
absoluta ni se planteaban ni se pedían, da que pensar.
©Marisa Peña.
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