Fernando Broncano R 29/8/20
Las
ciudades nos crían, o nos acogen, quizás nos dan trabajo o se lo dan a
nuestros hijos, pero también nos cansan, nos envenenan, nos encierran,
abren pozos de estigma y opresión.
Pueden compararse a máquinas de habitar (quizás máquinas
centrifugadoras) o quizás, en otra metáfora, como alguna extraña forma
de bioartefacto, de holobionte monstruoso con vida propia. El espacio y
el tiempo de la ciudad está hecho de ritmos y pasos que son los
nuestros. Os dejo aquí estas reflexiones sobre la materialidad de la
ciudad, a propósito de lecturas de David Harvey y alguna otra gente.
laberintodelaidentidad.blogspot.com
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