Algunos de los cráneos humanos hallados habían estado montados sobre estacas, un hecho insólito según los expertos.
Es físicamente imponente, ronda los cincuenta y tantos y tiene una barba gris despeinada que desaparece en su capa de piel de jabalí. Su pecho está cubierto de tiza y entrecierra los ojos azules, como si avistara algo en la distancia. Lo han apodado «Ludvig» y vivió en el norte de Europa hace unos 8.000 años.
Es una pena que Ludvig no pueda hablar, porque los investigadores tienen muchas preguntas que hacerle. Se trata de la primera reconstrucción facial a partir de restos humanos excavados hace casi una década en Kanaljorden, un curioso yacimiento arqueológico en la región centro-meridional de Suecia, donde en torno al año 6.000 a.C., alguien dispuso huesos humanos y animales deliberadamente sobre una plataforma de piedra sumergida en el centro de un pequeño lago. Kanaljorden se hizo famoso en 2018 con la publicación de un informe sobre la excavación que señalaba que la madera preservada dentro de dos de los cráneos indicaba que al menos algunos de ellos habían estado montados sobre estacas. Los expertos nunca habían visto nada igual.
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