Felipe Medina 6/5/21 AMANECERES
Fuimos dueños,
sólo por unas horas
para doblegar el impetuoso incendio.
Lo intentamos,
con la serenidad y la alegría
de quien se sabe fuerte y ágil,
como cuando comienza el día,
como cuando el sol despliega
toda su sabiduría.
Tuvimos todo lo necesario,
toda la justicia para parar la vorágine,
las lumbres devastadoras.
Fuimos hombres y mujeres decentes
con la capacidad y la firmeza exacta
para que todo aquello no nos arrastrase,
como viejos fardos indolentes.
Fuimos,
por unas horas,
hijos brillantes de un otoño sin rufianes.
Lo fuimos y lo palpamos todo
con la verdad limpia que nos permitía mover la luna y apagar las brasas.
Hoy,
la soledad del yacente
reclama y recuerda
qué vendavales producen
algunos amaneceres.
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