Un incendio declarado el pasado domingo obligó a desalojar a una veintena de familias del barrio de Puerto Real, en Cádiz, cortó varias carreteras y incluso dejó sin luz a algunas zonas de la capital gaditana. Pero el radio de las consecuencias del fuego –ya controlado–, el humo y las partículas que genera la combustión de la masa forestal en la salud se expandirán a kilómetros de distancia. Hace apenas unas semanas, el satélite Copernicus captó desde el espacio cómo los efectos de los grandes incendios que arrasaron más de cinco millones de hectáreas en Canadá en junio se notaron en la costa europea. En Galicia apareció incluso “una banda nublada de aspecto difuso”. El pasado mes de agosto, los vecinos de Madrid comenzaron a percibir un preocupante olor a quemado bajo un cielo amarillento. Los servicios de emergencias atribuyeron entonces estos hechos a los fuegos que sufría Portugal, a 200 kilómetros de distancia. Esta semana, miles de hectáreas forestales están ardiendo en Portugal.