Fernando Broncano R · 15/10/2019
Fui
este fin de semana un poco arrastrado a ver "Mientras dure la guerra",
básicamente porque no había visto críticas radicalmente en contra y
porque era mi ciudad y algún familiar estaba de extra. Amenabar,
Amenabar, moro de la morería, el día que tu naciste, grandes señales
había. Así la vi. Como un romance de la pérdida, de la insatisfacción,
del fracaso de un estado. Amenabar es un buen artesano, que no te
alegra el alma con innovaciones formales, pero que no tiene fallos
de principiante o serie B. La película discurre en un equilibrio entre
la historia y el relato, entre las partes y la idea de la tercera España
que se ha impuesto desde la Transición, pero en las entretelas desvela
lo que me parece más interesante de la película: la impunidad de las
élites. Unamuno dona 5.000 pesetas al Alzamiento y luego se niega a
aceptar las contradicciones en las que incurre (el mundo se equivoca, no
yo). El Unamuno del relato quiere enseñarnos a todos a escribir en
castellano pero no a pensar con rigor. El Unamuno de la peli quiere
presentarse como un ser humano que salva sus errores como parte de la
élite de la tercera España, como si no hubiese incurrido en lo que
Hannah Arendt llamó "falta de juicio" acusando a los intelectuales de su
generación. En esto Amenabar acierta. El personaje es complejo,
inteligente (no lo sería si no fuese parte de la élite de la España
republicana), pero también un ser acomodaticio al momento.
En unos días hablaré en el Circulo de Bellas Artes con amigos de y sobre las élites españolas. En mi intervención estará la sombra de Unamuno hablando de su mujer como "mi costumbre", haciendo daño a su hija porque es un espejo de sus contradicciones, también, siendo valiente hablándole al tuerto que proclama la muerte. Es la tragedia: la función intelectual es dar coherencia a la sociedad, construir ideológicamente el sentido común, y eso, tantas veces, se hace con impunidad. Su corazón (órgano) le pidió las responsabilidades que su Salamanca derrotada era incapaz de pedirle.
En unos días hablaré en el Circulo de Bellas Artes con amigos de y sobre las élites españolas. En mi intervención estará la sombra de Unamuno hablando de su mujer como "mi costumbre", haciendo daño a su hija porque es un espejo de sus contradicciones, también, siendo valiente hablándole al tuerto que proclama la muerte. Es la tragedia: la función intelectual es dar coherencia a la sociedad, construir ideológicamente el sentido común, y eso, tantas veces, se hace con impunidad. Su corazón (órgano) le pidió las responsabilidades que su Salamanca derrotada era incapaz de pedirle.
Sin Karra Elejalde esta película no habría funcionado, seguro.
+ 4/10/2019 Marisa Peña y 3 personas más han compartido un enlace. cadenaser.com
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