febrero 25, 2024

Katy Kelleher, ensayista: “¿Cómo podemos comprar ropa hecha en talleres que explotan a niños? Es demencial”, de Juanjo Villalba

 Juanjo Villalba    11 de diciembre de 2023

“Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda”, cantaban los Pata Negra de Raimundo y Rafael Amador allá por 1990, y resulta curioso cómo aquellos versos calaron, quizá más de la cuenta, en mi tierna mente adolescente. Desde entonces, en múltiples ocasiones, la cuestión planteada por los Amador ha vuelto a mí, aunque quizá de una forma algo más filosófica. ¿Por qué las cosas que más nos gustan suelen ser malas para nosotros?

Esta es una cuestión que se ve claramente en el tema de la alimentación. Habitualmente lo que más nos apetece comer siempre es perjudicial para nuestra salud. Perdemos la cabeza por los alimentos con azúcares añadidos, con grasas trans o con glutamato sódico y por los alimentos ultraprocesados.

Parece que cada una de las cosas que nos gustan tiene un reverso tenebroso, trágico o, como decía la canción, directamente ilegal, y que esta idea no solo nos ha rondado por la cabeza a los fans del nuevo flamenco de los 80. Katy Kelleher, por ejemplo, es una escritora que ha vivido durante años en un lugar apartado de los bosques de Maine, un sitio antagónico al barrio sevillano de las 3.000 viviendas donde nació Pata Negra, y que desde hace años escribe sobre arte, diseño, naturaleza y ciencia en publicaciones como The New York Times, The Guardian o el ya extinto Jezebel.

Tanto por su trabajo como por inclinación personal, Katy se ha pasado la vida en busca de belleza. De niña buscaba conchas en la playa y flores en el campo y de adolescente, el vestido de seda perfecto. Hoy en día le interesa más el diseño de interiores, las encimeras de mármol o los candelabros de cristal. Ella está convencida de que la belleza es positiva para nosotros y, aunque nos tienta a través de todos los sentidos, también ayuda a sanar –a Katy le ayudó a superar su depresión–.

No obstante, la pandemia también llevó a la autora, guiada por su curiosidad, a tirar del hilo e investigar el origen de las cosas que le fascinaban. El mármol de las bellas encimeras de las casas sobre las que escribía sus artículos también servía para fabricar lápidas y se extraía de las profundidades de la Tierra en algún lejano país. Pero ¿quién lo arrancaba de su lecho milenario y a qué precio?

Así que se puso a indagar sobre el origen de todas las cosas que le obsesionaban: las piedras preciosas, el maquillaje, los perfumes, la seda o el vidrio, y descubrió el verdadero coste de satisfacer nuestros deseos de tener cosas bonitas, que a menudo constituye el reverso oscuro de su belleza. La triste realidad de que todo objeto bello esconde una historia de dolor, explotación y decadencia.

Estas investigaciones son el origen de La terrible historia de las cosas bellas. Ensayos sobre deseo y consumo, un libro editado por Alpha Decay que incluye diez brillantes ensayos en los que guía al lector por la trastienda de la industria del lujo, mezclando ciencia, historia y sus propios recuerdos personales con un estilo claro y luminoso, a pesar de las oscuridades del alma humana por la que a veces se interna. Un texto que es a la vez exposición, pero también reflexión, sin juicios severos a nuestro deseo, sino comprendiendo y asumiendo de forma muy humana nuestro anhelo de belleza.

(...) No se trata solo de tomar decisiones de consumo 'mejores'. Se trata de considerar el impacto que tenemos en el mundo y tratar de reducirlo. Se trata de aceptar el daño cuando es inevitable y devolver a la tierra, y a nuestras comunidades, cuando esto es posible. No creo que sea necesario saber de todas las tragedias que suceden en el mundo (eso nos destrozaría lentamente y acabaría con nuestra empatía), pero creo que nos debemos a nosotros mismos ser honestos acerca de nuestras elecciones.

En cuanto a si arruina el disfrute, bueno, creo que el disfrute es algo curioso. A veces nos gustan más las cosas porque sabemos que hubo dolor o dificultades involucradas en su creación. Por ejemplo, valoro más las plantas quisquillosas, las extrañas y difíciles florecillas que cultivo en mi jardín. Aunque tal vez algunos placeres sí que se arruinan. La fast fashion, por ejemplo, ya no es algo que pueda disfrutar, y no lo extraño en absoluto.

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