febrero 07, 2019

El pensamiento mágico consiste en creer que las luchas de símbolos resuelven los conflictos reales de intereses, de Fernando Broncano

Fernando Broncano R ·     7/12/2018
Dejemos un lado a Vox, Esteban Hernández ha explicado suficientemente cuál es el problema que tenemos, derechas e izquierdas: confundir las acciones simbólicas con las acciones causales. El pensamiento mágico consiste precisamente en eso, creer que las luchas de símbolos resuelven los conflictos reales de intereses: como si las banderas diesen de comer o los rótulos diesen libertad. Siempre hubo mucho pensamiento mágico en la historia. La gente se hace de un equipo para no hacerse de un partido, se hace de una bandera para no admitir que es de una clase, discute expresiones para no tener que cambiar prácticas, hace políticas expresivas para no tener que reconocer que se somete a los intereses de los pocos. Le ocurre a la izquierda y le ocurre a la derecha. Es mejor combatir el modelo de estado que combatir el modelo de capitalismo que está arruinando las capacidades económicas y tecnológicas del país, destruyendo pequeñas empresas y autónomos y enviando al precariado a los trabajadores. Es mejor agitar el fantasma de la izquierda y pedir orden que generar recursos para que los servicios públicos funcionen, incluidos los de seguridad. Seguramente muchos policías, guardias civiles y mossos hayan votado a sus correspondientes élites de derechas, sin reparar en que sus condiciones se han degradado y aún lo harán más con políticas que dejarán al Estado sin recursos; es mejor echarle la culpa a los catalanes que reconocer que las élites están dejando la España vacía; es mejor culpar a los españoles que reconocer la degradación industrial y económica de Cataluña fruto de las políticas de las políticas económicas orientadas al turismo basura. Paradójicamente, la modernización salvaje ha traído de nuevo el pensamiento mágico. Foucault cocido en su propia salsa.
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