septiembre 26, 2021

La calle dedicada en Madrid a la profesora Justa Freire, ha sido sustituida por el nombre de un representante del fascismo(Millán Astray)

 Gloria VS   25/8/21

JUSTA FREIRE: NO AL OLVIDO.
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La calle dedicada en Madrid a la profesora Justa Freire, ha sido sustituida por el nombre de un representante del fascismo (Millán Astray).


Madrid ha anulado esta designación haciendo eco de prepotencia, injusticia, y inhumanidad. Sale a flote la condición arcaica, obsoleta y retrógrada de sus dirigentes.
Recordar la vida de esta mujer es un ejemplo de dignidad. Justa Freire (1896-1965), maestra y pedagoga española.
Diplomada en nuestro país, incrementó sus estudios en varios países europeos.
Sus métodos de enseñanzas se basaban en la tolerancia, el diálogo, y la escucha de sus alumnos. Potenciaba al máximo las capacidades de adaptación y preferencias de los más pequeños, fomentaba el pensamiento libre, crítico y organizativo de cada estudiante.
Durante la Guerra civil fue destinada a Valencia donde convivía con niños evacuados y otros docentes. Su misión era trasladar un ambiente lo más familiar posible, y que los niños siguiesen formándose a pesar de la dura contienda.
Llegó a ser Delegada Nacional de la Infancia Evacuada.
Después de la guerra fue detenida y encarcelada, su condición republicana y sus progresos educativos fueron objeto de repulsa de la represión franquista.
Durante su estancia en prisión, siguió desarrollando su oficio. Ejerció de maestra para mujeres encarceladas, frenó la alfabetización de muchas de ellas, y organizó talleres de lectura y canto.
En 1941 fue puesta en libertad, el régimen le organizó un proceso de depuración, pero al igual que otros trabajadores de su gremio, fueron sometidos a precariedades y solo podían dar clases de manera particular. Hasta casi dos décadas después no pudo volver a ejercer como maestra activa en un colegio británico.
La historia de Justa tiene que rular por todas partes, su legado y su trayectoria tiene que ser conocida por la sociedad actual. Olvidar es condenar a la vida a una decadencia.

+ Foro por la Memoria de Zamora 25/8/21 JUSTA FREIRE MÉNDEZ (1896-1965)
NADA MÁS Y NADA MENOS QUE UNA MAESTRA

Una vez más: olvidada por la ciudadanía, humillada por los censores, no conocida por las generaciones futuras. Todo esto hace que se vuelva inexistente, cuando su existencia estuvo plagada de acciones que repercutieron en poder tener hoy una sociedad más justa, más democrática, más avanzada. En su lugar, la derecha que gobierna Madrid y la justicia heredera del franquismo han preferido recuperar el “muera la inteligencia” y el “viva la muerte”, la figura del mutilado que pretendió reducir a todo el país a una mutilación moral como la suya.
Nacida en Moraleja del Vino, Zamora, el 4 de abril de 1896 (pueblo que la recuerda con el mural realizado por Anxo Pires, del que se reproducen dos imágenes) y fallecida en Madrid el 15 de julio de 1965, esta maestra forjada en la II República tiene una calle que la recuerda en el distrito de Latina desde el pasado mes de abril. Madrid fue el lugar que la vio crecer como una de las pedagogas más innovadoras de las primeras décadas del siglo XX.
Cuando el Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid la propuso para sustituir al general fascista recordaba que fue condenada a seis años y un día de prisión por el Tribunal de Responsabilidades Políticas por su labor como directora en la escuela.
Pero antes de ese fatídico destino, Freire había labrado una carrera como docente y pedagoga que destaca por su interés en innovar la enseñanza pública de la época. Así lo recuerda su biógrafa María del Mar del Pozo Andrés, autora de Justa Freire o la pasión de educar. Biografía de una maestra atrapada en la Historia de España (1896-1965). "Ella fue una de esas maestras, de las pocas y las primeras, que viajó al extranjero para conocer otras metodologías de enseñanza que luego implantó y que aparecen en los libros de pedagogía", señala.
A la pregunta de cómo describiría a Freire, la profesora y escritora destaca dos rasgos de su personalidad: su "pasión" por la enseñanza y la infancia, y su "esperanza" en el ser humano. "Creía mucho en el ser humano, en el futuro. Esa esperanza de ver siempre el lado bueno de las personas es lo que le salvó la vida", elogia Del Pozo Andrés.
José Luis Gordo, de la Fundación Ángel Llorca, destaca su papel como "renovadora" de la enseñanza. A su juicio, Freire era una "avanzada para su época" por su empeño en modernizar una escuela pública obsoleta y arcaica.
Freire llegó a Madrid en 1921. Ya en la capital, la maestra consiguió una plaza en el Grupo Escolar 'Cervantes', centro vinculado a la Institución Libre de Enseñanza donde se educaban los hijos de los obreros del barrio madrileño de Cuatro Caminos. Freire fue una de las primeras mujeres que ocuparon el puesto de directoras de un centro docente, tras aprobar sus terceras oposiciones.
Tanto para Gordo, maestro de profesión, como para Del Pozo Andrés, la calle Maestra Justa Freire es un reconocimiento a toda la profesión de maestro, hasta ahora olvidada en el callejero madrileño. "Creo que el Ayuntamiento de alguna manera devuelve una deuda que tiene con los maestros; es fundamental decir que Justa Freire desarrolló una pedagogía con la que nos identificamos muchos maestros y maestras actuales", defiende José Luis Gordo.
Durante la Guerra Civil se mudó al Levante con niños que habían quedado huérfanos y montó junto otro maestro, Ángel Llorca, las colonias escolares, una manera de proteger a los menores de las bombas y "referencia internacional en otros conflictos bélicos", señala Gordo.
Al alzarse Franco con la victoria, los funcionarios de la época quedaron suspendidos. Mientras intentaba arreglar los papeles para volver a ejercer en la nueva situación, fue detenida y juzgada por "prácticas laicistas". También porque en una ocasión un grupo de alumnos cantó un letra rusa, como recuerda su biógrafa. Estos dos "delitos" le valieron una condena de seis años y un día. Tampoco volvería a ejercer como maestra en la escuela pública, su pasión.
Ingresó en la cárcel de las Ventas donde permaneció dos años hasta su puesta en libertad. Las reclusas recuerdan su afán por enseñarles a leer y escribir, pero también su empeño por que estas no se dejaran. "Les decía que tenían que seguir cuidándose, introducir la belleza en su día a día". De esta manera, decían, Freire consiguió darles un rayo de esperanza. Así se lo contaron las propias presas a María del Mar del Pozo Andrés.
Del Pozo Andrés, durante su conversación con eldiario.es, deja claro que Justa Freire nunca dio clase a las 13 rosas que también pasaron por la cárcel de Ventas, una "confusión que siempre se ha dicho pero que no es cierta porque no coincidieron en el tiempo".
A su salida, Freire tiene que reinventarse por tercera vez. En esta nueva vida, la casa de los hijos de los embajadores. Así es como Walter Starkie la conoció y la contrató como maestra en el colegio británico, recuerda su biógrafa. Freire volvía a tener un trabajo y un sueldo fijo a final de mes.
La vida de Freire fue de "drama" y "lucha", pero "feliz". "En sus escritos, incluso en los más íntimos que solo he leído yo, nunca encuentras amargura; no se instaló nunca en el odio pese a lo que la guerra y la posterior dictadura le quitaron", asegura María del Mar del Pozo Andrés. "Siempre miraba al futuro con esperanza".

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